"En el himno de Pego se canta al pueblo,
el hogar y la Patria que «con idolatría hemos de estimar». Al alcalde, el independiente
Carlos Pascual Sastre, le sobra pasión para defender ese sentimiento y en las pasadas
elecciones municipales arrasó con mayoría absoluta al resto de los partidos. Vehemente,
sincero y polémico, Sastre encabeza las ansias de un pueblo que pide justicia"
La
historia de Pego es una permanente lucha por la propiedad y explotación de las
aguas que riegan sus ricas tierras contra los señores medievales y ahora con el
poder político. Su alcalde, Carlos Pascual Sastre, es un vivo ejemplo del
carácter férreo forjado en el pueblo y lo primero que reivindica es justicia.
Una reclamación
rotunda que colea, según subraya, desde hace casi treinta años, amparada en la
razón y la ley, «pero maltratada por determinados poderes poco sensibles con la
historia y los argumentos de Pego», afirma.
Todo empezó en
1970 con una obra inconclusa y bien intencionada, la concentración parcelaria
del YRI-DA, encaminada a terminar con los 3.000 minifundios localizados en las
750 hectáreas de la Marjal, las más ricas de Pego y principal fuente de su
progreso. Se trataba de concentrar la propiedad en cooperativas y aprovechar
mejor el agua para los cítricos y seguir cultivando arroz.
PROBLEMAS
Pero este proyecto
se truncó y empezaron los problemas. Con la llegada de la democracia se
transfieren a la Comunidad Valenciana —dominada entonces por los socialistas de
Juan Lerma— las competencias del Yrida. Lerma—cuenta Carlos Pascual— paraliza
la concentración parcelaria y concede la gestión del agua de Pego a empresas
afines para distribuirlo a su antojo y hacer «el negocio del siglo».
Los problemas se
tornan en conflicto y el pueblo planta cara a Lerma, cuya reacción fue decretar
la Marjal como espacio natural protegido. La intención del poder político en
manos del PSOE era clara y Carlos Pascual la desvela: desalentar a los 1.500
propietarios de las tierras y convertir el paraje en cañaveral, sin indemnizar
a sus legítimos dueños. «Es decir, una expropiación encubierta».
El desgaste
producido en el pueblo como consecuencia de estas pugnas con el poder, minaron
la vitalidad de la Marjal hasta fechas muy recientes.
La llegada a la
Generalitat del PP-UV suscitó esperanzas y el alcalde era la persona más
apropiada para confirmarlas, pues militó en ese partido y apoya la ideología
popular. Sin embargo, el conflicto continuó enconándose y las negociaciones
para respetar las zonas arrozales de la Marjal acabaron en sanciones. «El poder
repitió la actitud de los socialistas y sacó un Plan de Ordenación de Recursos
Naturales (PORN) en contra de la opinión del pueblo, que elevó 4.000
alegaciones en contra por la nueva injusticia que se cometía con Pego».
EL
AGUA
«En el fondo, de
lo que se trataba —afirma el alcalde— era de que la Generalitat dispusiera a su
antojo del agua del pueblo para apaciguar la escasez de Las Marinas sin
avenirse a pagar a los propietarios. Asimismo, contemplaba la posibilidad de
desmoralizar a los pegolinos a base de pleitos para quedarse con las tierras».
Comenzó entonces la imputación de delitos al alcalde y a la Comunidad de
Regantes y se hicieron habituales las intervenciones de la Guardia Civil,
cortando los riegos de los arroceros. En suma, el PORN era un «pretexto» de la
Administración para que nada se moviera en la Marjal y poder así «llevarse el
agua». Una injusticia, clama Carlos Pascual.
El alcalde rechaza
enérgicamente que se tache a Pego de egoísta por los excedentes de agua que se
niega a compartir con los pueblos vecinos de la costa. Pascual alega que «no es
lo mismo vender agua que vender el agua», y, por tanto, no tienen inconveniente
en poner un «millón de contadores» y facturar «20.000 millones de pesetas». La
política que tantas frustraciones ha ocasionado a Pego se ha fundamentado en
«dudosos dictámenes a cargo de la Universidad de Alicante sobre los efectos
perniciosos de la actividad agrícola en la Marjal, y que se han repetido con
socialistas y populares», según el alcalde de Pego.
SORPRESA
Algo que no deja
de sorprender a Carlos Pascual que ha visto y ve la influencia de unos técnicos
ajenos a los cambios políticos, o lo que es
peor, por el miedo
del PP a modificar un estado de cosas que podría tener un coste electoral por
la sensibilidad medioambiental que reina en la opinión pública y la sociedad.
Unos temores
infundados porque el primer ecologista de la Marjal siempre ha sido el pueblo
de Pego y su mera contemplación salta a la vista si se compara con el estado de
abandono de los parajes próximos, amparados por las mismas regulaciones del
PORN. Es la paradoja de un espacio natural conservado con mimo por el trabajo
de los agricultores pegolinos, cuyo empeño permanece invariable a lo que
consideran «una injusticia» histórica.
Un trato bien
diferente del que reciben las populosas urbanizaciones que circundan la Marjal
por Denia y Oliva, «bendecidas por el manto del poder y exculpadas de cualquier
responsabilidad en la desecación de las aguas de la Marjal, de las que se
nutren y que sirven de argumento acusatorio contra Pego». Pero las aspiraciones
de lograr un acuerdo convincente y satisfactorio para los intereses del pueblo
no cesan y desde el Ayuntamiento ya están preparados para «negociar una salida
justa a este problema de treinta años».
Los planes del
alcalde en la Marjal que le han valido una victoria arrasa-dora en las pasadas
elecciones, consiste en conservar ese paraje natural, mediante la explotación
ordenada de sus recursos, incorporando áreas de ocio que contribuyan a lo que
llaman un «desarrollo sostenible» de la Marjal. Se trata de «mantener» la
Marjal como está, con sus cultivos de arrozales y recuperar las acequias que lo
surcan, crear dos áreas de ocio y turismo en la Montañeta Verda y en la ribera
del río Racons y una zona a salvo de cualquier desarrollo económico e
industrial.
Fuente.
Periódico ABC - 2020
Fuente.
Periódico ABC - 2020
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